He amanecido en vuestras pesadas calles
Antiguas páginas de historia hecha metal y piedra
En el torbellino sangriento de la guerra…
Pueblos en fragor y combate
Cuyos bosques agonizan custodiados por volcanes
Cuya nieve es blanca como la cocaína
Que rueda en vuestros barrios y plazas
Poblados de meretrices de sexos desconocidos,
Acostándose con la muerte y la refriega de la raza,
Virulentos y salvaje embates del poder imperial
Copihue sangriento de cóndores ebrios,
Marchitos recuerdos en ríos profanados,
Oh¡ maldita ciudad fronteriza,
Donde está la madera de vuestros araucanos
Dónde vuestros guerreros de onix
Que lanzas has quebrado en este progreso de hierro y vidrio,
Cicatriz de ferrocarriles europeos
Surcando el tiempo cosmogónico de los versos nerudianos.
Ahora Temuco, ciudad de la América del Sur,
Vuestros mapuches no existen
Muchedumbre alcohólica y embrutecida por la pobreza
Y el olvido de vuestro honor,
Sólo versos en La Araucana, el libro
Del rubio y azulino soldado español
Heroico en su grandeza conquistadora,
Formidable en su estirpe guerrera donde el
Espíritu vasco ruge en su voz de capitán,
Cuya tropa de filibusteros
Ha mancillado la araucanía,
Masacrando niños y mujeres,
Capitán ilustre con tropa fascinerosa,
Orgía brutal del indiaje domesticado
Cuyos gritos emergen de la tierra ancestral,
Aún vivo el recuerdo de Lautaro,
En vuestros mercados y avenidas,
Y a lo lejos el león de la montaña,
El huemul y la madreselva se guarecen de tanto
Capitalismo desaforado,
Así Temuco, silencioso, parco y fúnebre frontera,
Miles de muertos coronan tu sueño,
Ahora que todos duermen, y yo cuál fantasma
Vaga por vuestras entrañas de ciudad maldita,
Avizorando torvos cuchillos, en vuestros centros y periferias
Salpicados de travestis asesinos, ávidos del dólar del narcotráfico
De la lumpen burguesía yanqui,
Duerme ciudad, duerme en el recuerdo de la batalla,
Mañana aún sigue la conquista…