SUCIO BALCÓN DEL MUNDO
por Eduardo Leyton-Pérez
poeta negro
A “Oscaro” Mancilla.
Puedo ver la isla del universo
Cavidad ósea afincada en las últimas grutas
De la espuma de una estrella rabiosa.
Remando hacia lo inconfesable del hielo
Un viejo iceberg vestido de gala
Brota por el agujero del vitreaux de la Merced
Como el imaginario colectivo de los mendicantes y anacoretas
Y ahora
En la urbe de la gran provincia olvidada de sí misma
Se agolpan las últimas garzas en arrebol
Declarando agotados sus derechos de cambiarse de estación.
Ya no es la hora triste de las maracas tristes
Ni en “Sota” ni en O’higgins menos en el Hotel Savoy
-cuna de crímenes y
neopreneros-
Porque el “Shangay" ya murió con la urbe que en nosotros y para nosotros
Será siempre el orbe.
Cuando el impulso del suicida eyaculó desde el cerro
Contaminando con su semen sangriento todo lo que conocía
El fragor de la desesperación bebía vino
Bebía vino pero de la vendimia sangrienta de la estación sangrienta
Pues cada mes tiene un hijo que muere
Y entre todos le sacamos los ojos y bebemos y lloramos
Ante la eterna pérdida del sentido del timón
De la galera asquerosa en la cual vamos remando
Riéndonos
Eso sí
De la distancia irrecuperable de haber dejado ciegos a esos hijos
Apátridas y expósitos por nuestra falsa conmiseración.
Para el que osado
Resbala por el fango del universo
Para aquél ebrio de la existencia
Sumido en la cavidad de su sueño antiguo y reparador
Los errores forman parte del equipaje caído como por dejación
En el retrete helado del tren de la amanecida.
Para el que osado
Se burla de la tarde y de la urbe y del orbe
Agitando en sus brazos la bandera de lo perdido
Desde el sucio balcón del mundo
Nace perfecto
Con ojos bien abiertos y pasa a esa única eternidad que es el olvido.
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Sota/O’higgins: Denominaciones de los barrios rojos de la ciudades de Talca y Curicó de Chile, que devienen en delito prostibulario y criminal de la noche, donde refulgen los lupanares agrario-urbanos del centro de la república y que como en todas las ciudades de esta zona del país, ciudades sin pretensiones como en el cenit del conservadurismo son y están, hierven su lujuria desencadenada en la calle 10 Oriente de Talca y O’higgins, en Curicó. Sota es la carta de valor 10 en el naipe español. De ahí que se diga en vez de “ir a putas”, “vamos a sota”. En el caso de O’higgins, la calle ha degenerado en decadencia y cierre de los lenocinios que alguna vez le dieron fama como la calle “13” dado por el número de casas de “huifas” que había en tan solo dos cuadras de ella. Hoy, y retirada la feria de abastos de sus calles empedradas en el origen del mito, subsisten más de tres, según se comenta.
Hotel Savoy: no se crea ni se determine que el mítico Hotel Savoy de este poema es el Hotel Savoy de París, Roma o Madrid y con pedigree cómo dice la siutiquería latinoamericana. El hotel Savoy que aquí aparece refrendado es la versión de Curicó de Chile, en pleno barrio de la estación de FFCC, que según la historia de tinieblas fue punto de crímenes, homicidios, violaciones y refugio de “lanzas”, estafadores y delincuentes habituales de la ciudad. Hasta su “hall” de recepción muchas veces llegaron policías y jueces tras la pista de algún criminal allí refugiado. Pero la búsqueda siempre se diluyó entre alcohol, mujerzuelas y en sus últimos tiempos, droga, mientras en las afueras de este templo del crimen, abundaban los mozalbetes hambreados y “pililos” oteando a cualquier novedad. El Hotel Savoy de Curicó de Chile, fue clausurado definitivamente en el año 2004 por la autoridad sanitaria.
neopreneros: drogadictos indigentes juveniles que abundaban en la perdida y “podrida” década de los ’80 en Chile, cuyo mote se intrarrelaciona con el Neopren, solución de tolueno en la química industrial capitalista que aspiraban los exponentes del lumpen nacional venido a miseria extrema durante la época citada y que sigue en la marginación del comportamiento de la república en pleno siglo XXI pero con las prebendas a que el neoliberalismo concertacionista los acostumbró. El consumo de esta sustancia hacia “capear” el hambre a quienes los consumían, reemplazado hoy el neopren por la fatídica pasta base de cocaína.
Shangay: mítica y desaparecida boite-prostíbulo de la ciudad de Curicó de Chile, famosa por sus espectáculos revisteriles durante la época de oro de la bohemia de las urbes nacionales, allá por mediados del siglo XX. En el caso del Shangay, acudían a sus salones lo más variado de la sociedad curicana, “ladrón, policía y juez” y en cuya noche dionisíaca “todos los gatos eran negros”. Al ritmo de delirantes orquestas, los bailes lujuriosos de vedettes provincianas, tanto mujeres como travestis deleitaban al voluptuoso público enardecido por el vino y el aguardiente y que tras avanzada la orgiástica jornada, su segunda parte continuaba en las piezas con “zangoloteo y huifa”. El épico-ancestral Shangay, sobrevivió a duras penas durante los horribles años de la dictadura, pero el alud del puterío sin brillo poético que adviene con el neoliberalismo de la Concertación, terminó cerrando sus puertas a inicios de la década de los ’90.
Eduardo Leyton-Pérez (1976). Poeta negro. Ha publicado “Profecías para profetas de mentira” (1996); “Tangos y baladas desde el otro lado del alma” (1997) ambos trípticos; Universo Quebrado (2000); “Telégrafos extraviados desde la añorada Atenas” (2003); “Señales Perdidas” (2004); “Sobre la necesidad de la poesía negra. Manifiesto” (2005); “Diccionario Neorrokhiano. Tomo I” (2006); “Defensas y diatribas en el canto de HOY” (2007); “La máquina del mal. Manifiesto” (2008); “Falsarios, errores de la noche.” Audiolibro (2008) y la plaquette de "Pacto con el diablo" (2009) de su libro "El deseo de Caronte". Produjo y condujo el programa literario “Letras Prohibidas” en radio “Nuevo Mundo” de Curicó por cinco temporadas al aire y escribe para revistas literarias electrónicas. Ha presentado también diversos montajes multimediales de poesía visual. Es el editor de la revista “Poetas Curicanos”. Mas sobre Eduardo Leyton en http://www.poesianegra.cl.tc/