Poeta invitada de esta edición:
MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ
(Antofagasta)
Marietta Morales Rodríguez. Nace en Antofagasta el 18 de julio de 1973. En el año 1997 es incluida en la antología poética “Yo no me callo” por el poeta Raúl Zurita (Editorial Los Andes). En 2000 publica el poemario “Cartas abiertas a Serguei” y el año 2001 gana la Beca de Creación Literaria del Consejo del libro y la lectura, mención poesía con el poemario “El rudo alacrán de doble aliento”. Aparece publicada en la revista “Mundo literario” de Buenos Aires (Argentina), “Letralia”, letras.s5.com, “La hababa elegante” (Dallas, EE.UU.), Centro Poètico de Madrid (España), “Revista Sabella” (Antofagasta) , Monosofia (Ciudad de México), “El momo” y “El ojo del sur” (San Juan, Argentina), “Semanario El tiempo” (La Serena), entre otras.Es diplomada en gestión cultural de la Universidad de Los Lagos y organizadora de los “Lunes poéticos” en el Café del Sol de su ciudad natal y redactora de la revista “Cinosargo".
EL FENOMENO TEATRAL
Tres sombras pensativas
son el reflejo de grandiosos
àrboles ,
sobre la orilla del río
se reflejan
los extremos de la mesa .
Aquella raíces
Subtèrraneas
que emergen de los huesos calcinados.
Las tres sombras dubitativas
tiran los arcanos mayores
en el brasero de la ira ,
para quemar
el certificado de la
tempestad de los pasillos .
De esos seroplanos
que sobrevuelan
en los sombreros de las
manzanas de Magritte .
MADRID /SARAJEVO/ BERLIN
Son las linternas feroces
que emergen
desde el fondo de una maleta,
que vieron como la línea del tren
se rompió como gacela quebradiza .
En el palpitar de las calles desoladas,
de esos resplandores que entraron por la ventana ;
de esos sueños metafísicos ,
de aquella radio que anunciaba
el desembarco de los ángeles
y dibujaba
ese severo retrato familiar.
Esa imagen etérea
Cuelga desde lo alto de un péndulo .
De ese tiempo que corrió
como telégrafo frenético ,
en busca de esa comedia mal representada
que es el estallido de una granada.
al final de una calle de Sarajevo.
Encienden los motores de esos alientos casi divinos,
que se balancean en el árbol del poder.
En las noches póstumas
Después del tornado que emanó del pararrayo
en la vieja biblioteca.

